domingo, 8 de marzo de 2009

LA COMUNICACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS

Es cierto que no es fácil comunicarse con un bebé o un adoles­cente, pues el bebé no tiene lenguaje verbal y el adolescente se niega a hablar. Pero también es cierto que los niños miran directamente a los ojos y así nos dan a conocer sus sentimientos, al tiempo que inten­tan captar los nuestros.
Resulta fundamental aprender a reconocer los sentimientos de los hijos. A mostrar con el ejemplo la verbalización de los mismos, usando palabras apropiadas. Hacer aflorar los sentimientos es nece­sario, pero hay que saber hacerla sin insultos, gritos, agresiones o silencios.
Nunca subrayamos suficientemente la importancia de los cuen­tos para que los niños se familiaricen con el hecho de escuchar y con­tar historias.
Repasemos en este punto la evolución lingüística. Al tercer o cuar­to mes, el bebé balbucea emitiendo combinaciones de sonidos. Entre los siete y ocho meses se divierte con sus vocalizaciones (los deno­minados soliloquios). A los nueve meses repite lo que oye como un eco (ecolalia). A los once meses, señala, muestra, da. Hacia los doce meses dice las primeras palabras: «mamá», «papá», «tata». A los die­ciocho meses el niño dispone de unas quince palabras. A los treinta y seis su vocabulario alcanza las doscientas palabras; inicia las pala­bras-frase. A los cuarenta y ocho meses el niño comienza la etapa de las preguntas, el «¿por qué?»; necesita saber, conocer y empieza a construir frases. Poco a poco, progresivamente, el niño consolida su pen­samiento lógico con capacidad de abstracción. Y es que para de­sarrollar el lenguaje es necesario tener la capacidad de pensar en abstracto y, de esta forma, poder realizar generalizaciones.
Pero recordemos que en la comunicación del ser humano acontece como en la respiración, que mayoritariamente se produce por la piel. Sólo el 35 por ciento de la comunicación se da por la pala­bra, por el lenguaje verbal, el habla propiamente dicha; el resto es el denominado lenguaje no verbal: mímica, gestos, tono de voz, silencios.
Los estados emocionales de padres e hijos son una estupenda oportunidad para intimar, para aprender juntos a reconocer, organizar y controlar los sentimientos.
El arte de la convivencia precisa de saber conversar, requiere tiempo, lugares adecuados, conocer elementos esenciales de la comunicación verbal y no verbal, serenidad y paciencia. Contagiar sentimientos, ayudar al hijo a que se conozca y reconozca, consultarle un asunto y valorar su parecer. Dar importancia a las emociones del otro. Establecer puentes para ponerse en su lugar.
Los primeros años son preciosos, pasan rápido y no vuelven; en ellos debe establecerse el correcto hábito de la relación. De forma que al llegar la adolescencia no se desprecien sus opiniones, ni ridiculicen sus conductas; muy al contrario, se estará próximo, receptivo, pero dejando una distancia óptima para poder orientar, señalar, prever, prevenir, recriminar.
"¿Qué ocultan nuestros hijos?", Javier Urra


8 MARZO 2009
ESPINACAS CON GARBANZOS

Esta receta es muy sencilla, son las espinacas de toda la vida, pero no por ello hay que quitarle su mérito. Un truqui: con garbanzos de un guiso anterior (cocido andaluz) salen riquisimas.


Ingredientes:
- 1 paquete de espinacas congeladas
- 4 ajos
- Garbanzos cocidos (si son de un guiso anterior mucho mejor)
- Pimentón dulce
- Sal
- Aceite de oliva
- Pan

Preparación:
Cocemos las espinacas en la olla rápida (yo lo hago al vapor). Mientras, picamos los ajos y partimos el pan a daditos.
Ponemos el aceite a calentar, freímos los daditos de pan, sacamos y reservamos, después freímos los ajos, añadimos las espinacas cocidas, los garbanzos, la sal y el pimentón. Dejamos a fuego lento unos 5 minutos.
Emplatar con los dados de pan fritos.


8 MARZO 2009
PISTO

Una de pisto, las verduras me parecen una maravilla.
Ingredientes:
- 2 ajos
- 1 cebolla
- 2 zanahorias
- 1 pimiento verde
- 1 berenjena
- 1 lata de tomate triturado de 400 gr.
- Hoja de laurel
- Aceite de oliva
- Sal
- 4 Huevos

Preparación:

Poner a sofreir los ajos y la cebolla en el aceite, cuando este algo pochado añadir el pimiento, las zanahorias y la berenjena; dejar unos minutos a fuego medio.
Añadir el tomate, la hoja de laurel y la sal. Tener en el fuego 15-20 minutos a fuego lento.
Emplatar el pisto con rodajas de huevo cocido o con un huevo escalfado encima.