Se me apetecía hablaros de un reforzador muy efectivo en la educación de los hijos: Los elogios. Así que ahí va!!
Los elogios son una poderosa influencia para poder lograr una nueva conducta y para mantener los cambios.
Debéis elogiar el comportamiento del niño y no su personalidad, esto significa dirigir los elogios hacia conductas concretas, por ejemplo en vez de decir "eres un niño bueno" decirle "me gusta cómo has hablado a la abuela", de esta manera estamos especificando qué cosas concretas son las que hace bien; por más que se le diga a un niño que es muy bueno no se formará una imagen positiva de si mismo.
El propósito de elogiar es aumentar conductas deseables, de manera que debéis hacer hincapié en qué conducta concreta se persigue. Cuanto más concreta sea la alabanza que le hagáis al niño, mejor comprenderá qué es lo que hace bien y será más probable que lo repita.
Debéis elogiar cada pequeño paso dado hacia la conducta deseada por insignificante que este parezca. Por ejemplo, supongamos que le decís al niño que ponga su ropa en la silla cuando se desnude y que no la deje tirada en el suelo o en la cama, aunque nunca se lo hayáis dicho antes, al principio debéis elogiar por dejar sólo una prenda en la silla aunque el resto esté encima de la cama; se le podría decir "está muy bien que recojas tu camisa y la pongas encima de la silla, te vaya ayudar a que recojas el resto de la ropa", la próxima vez, se le puede elogiar por recoger dos prendas de ropa, es mejor empezar con objetivos modestos para alcanzar la meta propuesta.
Una vez el nuevo comportamiento esté establecido se necesitarán menos alabanzas para mantenerlo; no obstante no se deben suprimir totalmente el empleo de elogios.
Los elogios son más eficaces cuando se producen pronto, especialmente en niños pequeños; no debe pasar mucho tiempo entre lo que el niño ha realizado bien y el elogio que le deis. Hacer comentarios concretos y positivos sobre su conducta, contribuirá a que el niño se forme una visión positiva de si mismo.
Los elogios son una poderosa influencia para poder lograr una nueva conducta y para mantener los cambios.
Debéis elogiar el comportamiento del niño y no su personalidad, esto significa dirigir los elogios hacia conductas concretas, por ejemplo en vez de decir "eres un niño bueno" decirle "me gusta cómo has hablado a la abuela", de esta manera estamos especificando qué cosas concretas son las que hace bien; por más que se le diga a un niño que es muy bueno no se formará una imagen positiva de si mismo.
El propósito de elogiar es aumentar conductas deseables, de manera que debéis hacer hincapié en qué conducta concreta se persigue. Cuanto más concreta sea la alabanza que le hagáis al niño, mejor comprenderá qué es lo que hace bien y será más probable que lo repita.
Debéis elogiar cada pequeño paso dado hacia la conducta deseada por insignificante que este parezca. Por ejemplo, supongamos que le decís al niño que ponga su ropa en la silla cuando se desnude y que no la deje tirada en el suelo o en la cama, aunque nunca se lo hayáis dicho antes, al principio debéis elogiar por dejar sólo una prenda en la silla aunque el resto esté encima de la cama; se le podría decir "está muy bien que recojas tu camisa y la pongas encima de la silla, te vaya ayudar a que recojas el resto de la ropa", la próxima vez, se le puede elogiar por recoger dos prendas de ropa, es mejor empezar con objetivos modestos para alcanzar la meta propuesta.
Una vez el nuevo comportamiento esté establecido se necesitarán menos alabanzas para mantenerlo; no obstante no se deben suprimir totalmente el empleo de elogios.
Los elogios son más eficaces cuando se producen pronto, especialmente en niños pequeños; no debe pasar mucho tiempo entre lo que el niño ha realizado bien y el elogio que le deis. Hacer comentarios concretos y positivos sobre su conducta, contribuirá a que el niño se forme una visión positiva de si mismo.
Ángeles Benítez. Psicóloga y madre